En un lugar desconocido, desubicado y sin entender que se encuentra haciendo en ese lugar ni cómo ha llegado allí un hombre cuyo reloj marcaba las 3am de un sábado, y que al frente sólo tenía un camino iluminado por tres luces, solo sabía que el número tres había salvado su vida.
En la oscuridad y el frío en el cual se encontraba, supuso que para poder dejar ese desconocido lugar, las luces serían sus guías y sus aliadas, había mucho silencio en el lugar, solo se escuchaba el soplido del viento helado. Sin tener nada que perder ya, el hombre decide emprender la marcha siguiendo el camino que las luces le indicaban, sin siquiera saber la dirección hacía la cual iba, a pesar de la condición en la que se encontraba, no sentía temor ni intranquilidad.
Era extraño, puesto que en la fría oscuridad y sin tener idea de dónde se encontraba cualquier persona sentiría temor e incertidumbre, mientras avanzaba con paso constante, se percató que llevaba su bolsa consigo.
Al revisar su bolsa, se encontró con tres monedas de oro que había guardado con anterioridad, a pesar de que, en ese oscuro y solitario lugar era poco probable que encontrase un lugar en el cual cambiarlas por alimentos u hospedaje, se alegró de tenerlas consigo.
Así, un poco más alegre al saber que llevaba consigo algo de dinero, continuó su marcha, mientras continuaba con paso constante, se percató que el camino se dividía en tres, pese a la intersección que había alcanzado, no se sintió preocupado por cual debía seguir.
Las luces seguían indicándole por cual de los tres distintos caminos debía continuar su marcha, con su gran fe en que las luces no lo abandonarían, siguió por el camino que las luces le estaban señalando con claridad.
El suelo por el cual caminaba se iba tornando de una superficie repleta de piedras, aunque no era una senda desatendida con piedras esparcidas por todas partes, era un camino empedrado como el que podía verse y transitarse en las ciudades.
Mientras aún se encontraba en el camino de suelo rocoso, se encontró con un canguro, que comenzó a indicarle el camino que debía seguir, saltando enfrente suyo por el rocoso camino, con un ritmo cómodo para que el hombre lo siguiera.
Conforme seguía con su marcha, el camino empedrado fue siendo reemplazado con uno de tierra rojiza, muy suave y casi arenosa, se sentía muy cómodo dar pasos en una superficie suave luego de haber estado por tanto tiempo caminando sobre piedras.
Así mismo, progresivamente el suelo de tierra roja iba desapareciendo hasta transformarse en una superficie de mármol, un mármol pulido muy elegante se sentía como un sueño, mientras escuchaba tres campanadas, con cada iba recuperando algunos recuerdos.
Mientras seguía caminando por el hermoso camino de mármol, apreciaba la hermosura de la construcción por la cual caminaba, mientras tanto, el simpático marsupial lo llevó hasta un castillo construido enteramente de cristal.
El castillo era en extremo hermoso, tenía tres impresionantes puntas encima de su techo, dentro del castillo, se encontraba una mesa con un florero y tres hermosas flores rojas dentro de el, mientras se encontraba admirando las bellísimas flores de rojizo color, se percató de algo.
Sobre el hermoso ramo de flores, había un pequeño sobre con una carta dentro, con cuidado tomó el sobre, levantó la solapa que lo cerraba y tomó la nota que en él se encontraba, muy curioso acerca del mensaje que la misma podría contener.
La nota, escrita con pluma y una letra muy hermosa, explicaba que a partir del momento en que pusiese un pie fuera del castillo de cristal para abandonarlo y seguir con su camino, tendría un total de tres horas para salvar su propia vida.
La confusión, el miedo y la incertidumbre arremetieron en contra de la confianza y tranquilidad que hasta ese momento había estado sintiendo, hasta ese momento, no se había sentido en una situación peligrosa o que le hiciese sentir amenazado.
Tras leer eso, tuvo un impacto emocional enorme que le hizo salir disparado del castillo, sentía un enorme temor, su mundo se caía a pedazos alrededor suyo, su muerte había sido anunciada y no tenía idea de qué hacer para impedirlo.
Asustado se tiró al suelo en desesperación, pero cuando se levantó de nuevo, se encontraba en su hogar, todo lo que había experimentado había sido un sueño, el reloj marcaba las cero horas del día sábado, ese día era muy importante para el.
A las tres de la madrugada debía tomar un vuelo con Diana, su amada novia, en ese momento, todo cobró sentido para el, la noche anterior, había tenido una fuerte discusión con Diana con motivo del viaje que estaban a punto de emprender.
Se suponía que el hombre y su novia tomarían un avión hasta Australia, y habían provocado una discusión porque el hombre no quería que tomaran ese avión hasta Australia, aunque no todo estaba perdido.
Diana se encontraba en el aeropuerto a punto de abordar el avión, el hombre corrió hacia el aeropuerto y en el camino, se hizo de un ramo de rosas rojas para obsequiarle a Diana y reconciliarse por la discusión que habían tenido.
Aun tenía una oportunidad de solucionar su malentendido con Diana y de verla una última vez antes de que el vuelo partiera y no pudiese solucionar su malentendido, sencillamente no podía permitirse quedar de malas con su amada.
Cuando logró llegar al aeropuerto, encontró a Diana justo antes de abordar el avión, le entregó las rosas y la llevo a una cafetería para conversar con respecto a lo acontecido, en la conversación la noción del tiempo se desvaneció.
Así, el vuelo con destino a Australia partió sin ellos, alegres de estar juntos, no le dieron importancia al asunto, luego, una fuerte alarma sonó, el vuelo en que se suponía que irían había sido víctima de un ataque de bombas.
En ese momento, el hombre comprendió que todo había ocurrido por un motivo, y el sueño había sido un mensaje para salvar su vida, ese día el número tres les había salvado la vida a los dos.