La guerra había comenzado, la invasión alienígena empezó hace pocos días y la humanidad está cayendo como moscas ante una tecnología bélica muy superior, no obstante la resistencia militar está en su mejor momento, aunque pocos enemigos han caída ya han comenzado a caer y eso era digno de ser celebrado.
Los extraterrestres tomaron primero el control de las bombas nucleares y según la inteligencia las habían desarmado y destruido de forma rápida y eficiente, eso no dijo que no querían acabar con el planeta, su poder de propaganda no dejaba en claro que iban por nosotros, que éramos su objetivo y que además poco podíamos hacer para detener nuestra extinción.
Pero para nada me rendiría, en mi batallón estaban solo 22 militares incluyéndome un 13 civiles dispuestos a seguir órdenes y combatir a los invasores, nadie del equipo ha caído todavía y hemos fortificado varias posiciones desde donde hemos logrado un contraataque efectivo.
Linda, la mejor agente de contrainteligencia que conocí en mi vida militar quería hablar conmigo desde hacía horas, pero estaba ayudando al apotecario en todo lo que podía, cada uno de los “soldados” era imprescindible para la defensa y no podía darme el lujo de dejar morir a ninguno.
Por fin tengo a Linda en lo que se supone que es la oficina de mando, una habitación con un escritorio amarillo roído con un par de sillas de cada lado rodeado de estantes llenos de libros, en el suelo estaban las armas que estaba reconstruyendo desde hacía un par de semanas y la ración de agua y comida que teníamos que valorar si queríamos dedicarnos a combatir y no a buscar suministros.
Al entrar Linda habló sin tapujos, como era su costumbre – Capitán Rojas, necesitamos hacernos con uno extraterrestre para saber qué es lo que quieren, debemos interrogarlos, sabemos que conocen nuestro idioma e intentan asustarnos con propaganda a lo Goebbels. – Entiendo Linda pero pondríamos al descubierto nuestra posición y eso es algo que nos ha mantenido con vida.
Linda se acercó a muy pocos centímetros de mí y noté su desesperación – Soy la persona con más rango en esta casucha y no tendría por qué darte alguna explicación, sin embargo lo haré porque no quiero que el batallón de disgregue, nos queda comida para 45 días, en 22 días encontrarán esta ubicación, y los cuatro días siguientes encontrarán las demás, no podemos vencerlos cuerpo a cuerpo, según mis cálculos y nunca fallo tenemos 35 días de vida máximo si no hacemos nada más de lo que hoy estamos haciendo y eso con mucha suerte.
Vi en sus ojos que hablaba la experta, la persona que tanto admiraban en la agencia y decidí acatar la orden directa de un superior, no por su rango sino por su sabiduría en combate.
Perdimos a siete de nuestro batallón, dos bombarderos y la casa en donde estábamos, pero frente a nosotros teníamos a un enemigo amarrado a la silla. Antes de que cualquiera de nosotros hablara el engendro del espacio habló con una voz tan calmada que parecía burlona – Sé lo que quieren saber y se los diré, también sé que moriré por hacerlo, pero nada de eso importa, ya todos están muertos: mi raza los creó a ustedes como un experimento de la perfección y le hemos dado varios milenios para que se valgan por ustedes mismos, pero ustedes se han convertido en una plaga y así como somos sus creadores seremos sus exterminadores, no hay nada que puedan hacer, solo prepararse para morir.