Nada era como en antaño, todo había cambiado para peor, solo nos mantenía con vida la esperanza de ver la luz del sol al día siguiente. Ya llegamos al punto de entrar en batalla por lo único que sabíamos que al agotarse nos mataría, ¡el agua!
En este punto ya era normal ver personas morir de sed a mitad del camino, ver niños agonizando con los labios resecos y los ojos hinchados, y ver animales podridos a las orillas de lo que en algún momento fueron lagos y ríos.
Mis padres custodiaban con severidad nuestras precarias reservas del vital líquido, el mismo del que mi abuela nos contaba que fuera desperdiciado como en estos momentos era imposible imaginar por las generaciones pasadas, increíble, hasta dice que lavaban los pisos con ella.
Yo ya había madurado y sabía que eso era más que imposible, improbable, aunque la humanidad me da demostrado en lo que llevo de vida ser más imprudente e impulsiva que lo que pudiéramos creer. Estando dispuesta a contribuir con mi mundo avancé junto a la ciencia lo más rápido que pude y me adentré en lo que sería la solución para todos, encontrar la forma de traer agua al planeta.
Junto a mis estudios encontré al amor de mi vida, quizás la persona más importante en mi vida, Daniel, con él compartí no sólo las experiencias íntimas de cualquiera pareja, sino también lo que viven dos camaradas científicos que crean un equipo y van en pro de una meta increíble, con la que solo podríamos soñar cuando niños.
El deseo de ver al mundo renacer nos llenaba de vitalidad y ganas de seguir adelante por encima de todos los obstáculos que nos pusieran. Es increíble saber que aunque intentes salvar a la humanidad encontrarás enemigos que querrán evitar la meta que te trazaste.
Nuestros avances y el de todo el equipo lograron hacer que Daniel pudiera salir de Tierra para ir en busca de agua al espacio, un avatar sería el encargado de buscar de planeta en planeta el vital líquido, pero ella tendría que estar en la nave manejando la marioneta espacial desde la única cámara de avatares hasta ese día creada.
El dolor y la tristeza se unieron con el regocijo y la alegría por saber que el amor de mi vida se iba para quizás no volver, pero al mismo tiempo mi camarada, la mejor preparada de ambos y la más capaz, se iba en busca del resultado que queríamos lograr desde niños.
Muchos años pasaron y las esperanzas de todos desfallecieron, menos la mía, hasta que por fin vimos el botón rojo de contacto. Ese botón indicaba que el avatar había encontrado agua, sin embargo el botón se apagó pasados unos segundos y pensar que todo podía haber sido una falla técnica nos terminó de ahogar en la desesperanza.
Había pasado ya tanto tiempo de que el botón rojo había brillado que nadie siquiera venía a verlo, pero yo solo esperaba que Daniel hablara o emitiera una señal como pudiera para avisar que volvería.
Muchos dicen que los tiempos no daban y que era imposible, pero en lo más alto del cielo comenzaron a soplar vientos huracanados como nunca se habían visto y se comenzaron a crear como algodones grises en todos lados, a continuación comenzaron a caer gotas y más gotas, alguien dijo que eso se llamaba lluvia, yo digo que eso se llamó Daniel.